Tenemos diferentes formas de ver la realidad

 

 Tenemos diferentes formas de ver la realidad

La primera de las reflexiones sobre el amor puede parecer compleja, pero conlleva un poderoso mensaje:

Cada uno de nosotros construye la realidad a través de la educación recibida, las interacciones con los demás y los significados obtenidos a partir de nuestras percepciones, patrones de vida y, en definitiva, nuestra historia. Estamos inmersos en la subjetividad.

Kant, Piaget o Paul Watzlawick son partidarios de esta perspectiva. Esa en la que un mismo fenómeno cobra múltiples significados dependiendo del observador que esté presente, esa que nos recuerda que, de algún modo, no somos poseedores de la verdad absoluta y que la vida tiene tantos matices como personas habitan en el mundo. Esto es lo bonito y lo complicado. Bonito porque nos enriquece y complicado porque, a menudo, conlleva un ejercicio de responsabilidad, humildad y aceptación.

Ser conscientes de que el otro interpreta la situación de manera diferente es importante y, de algún modo, nos sugiere un ejercicio de empatía. Tener presente que nuestra pareja puede ofenderse con algo que para nosotros puede pasar desapercibido nos mantiene alerta. Porque, a menudo, no es tanto lo que sucede sino cómo lo experimentamos cada uno. 

Por lo tanto, no se trata tanto de convencer y exigir al otro que asuma nuestra visión sobre la vida, sino de intentar comprenderlo, de averiguar cómo percibe a través de su mirada. Porque solo cuando entendemos que cada persona puede tener una opinión diferente y que se forma sus ideas a partir de su biografía, de su historia de vida, es cuando verdaderamente seremos capaces de establecer relaciones sanas y sinceras. De lo contrario, viviremos en medio de una marea de enfrentamientos y conflictos.

“No hay una sola realidad. Existen múltiples realidades. No hay un único mundo. Sino muchos mundos y todos discurren en paralelo… Cada mundo es la creación de un individuo”.

-Paul Auster-


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